La fuerza de Macri

La fuerza es un concepto relativo, en el universo y en la política. En la segunda, la fuerza de un actor determinado es relativa a la de sus adversarios. En una mirada de mayor alcance, la fuerza de un movimiento transformador también será relativa a la profundidad sus objetivos y sus correspondientes obstáculos sociales, culturales e institucionales, que en última instancia expresan correlaciones de fuerza sedimentadas en el pasado.

Como en el largo plazo estamos todos muertos, tal como dijera Lord Keynes, analicemos el corto y especulemos un poco sobre el mediano.

Objetivo elecciones 2017

El objetivo inmediato del gobierno es sobrevivir a las elecciones legislativas de este año. Recordemos que el macrismo se encuentra en minoría en ambas cámaras parlamentarias y para continuar aplicando su programa económico necesita, por lo menos, un resultado parejo a nivel nacional con el peronismo + k, que asoma como la principal alternativa en la actualidad.

Si el gobierno gana en la sumatoria nacional, aunque sea por un voto, será un triunfo que le dará un considerable impulso para profundizar su orientación actual. Si los guarismos finales no lo ubican como la primera minoría electoral, habrá que analizar distancias y resultados distritales con mayor detenimiento para afinar una caracterización, en particular los de la estratégica provincia de Buenos Aires.

Hay que tener en cuenta que en las primarias presidenciales de 2015, Cambiemos obtuvo un 30% de los votos, que se estiró hasta el 34% de la primera ronda. Consolidar esta última referencia es a lo que aspiran las listas oficiales para poder hacer una evaluación aceptable / positiva en octubre.

La economía, Laclau y Duran Barba

Es evidente que la situación económica y social es el principal problema del país. También es claro que las políticas oficiales favorecen a pequeños grupos concentrados de exportadores y especuladores financieros, en detrimento de la mayoría de los trabajadores, comerciantes e industriales locales.

Esto resulta “evidente” para cualquier analista serio y honesto que estudie la historia argentina y los efectos que han tenido las políticas de apertura indiscriminada del comercio, desregulación, endeudamiento y valorización financiera en el pasado. Pero esta realidad no es tan visible en una gran escala del electorado, y los desastrosos resultados de las medidas económicas implementadas por el gobierno hasta el momento no serán -necesariamente- los que determinen su suerte electoral.

En términos generales, las condiciones materiales no determinan unívocamente nada. Así como el crecimiento económico no construye hegemonía político/cultural por sí mismo, tampoco la crisis conduce necesariamente a la alternancia. La interpretación que hace un individuo o la sociedad respecto a su situación material está siempre abierta a múltiples sentidos, y esta acción significante es el campo fundamental de la lucha política en democracia. Esto fue bien explicado por Ernesto Laclau y bien aplicado por Jaime Duran Barba.

Concretamente, el macrismo tiene una explicación para la actual situación económica del país: la culpa es del populismo y de la “pesada herencia” del gobierno anterior, mientras que ellos “hacen lo que pueden”. Poco importan los números y estadísticas oficiales a la hora del debate electoral. Para un amplio sector de la población esta hipótesis es verosímil y eso es lo que importa.

De calles, urnas y abismos

Hasta aquí, la principal resistencia al gobierno se ha expresado en las calles. Organizaciones sociales, sindicatos, el movimiento de mujeres, organismos de DDHH, el movimiento docente y estudiantil, etc., han protagonizado múltiples conflictos en lo que va de mandato PRO con algunos triunfos y otros resultados heterogéneos. El pueblo argentino ha demostrado una saludable capacidad de movilización y resistencia, cuya última demostración fue la masiva convocatoria en rechazo al 2 x 1 de la impunidad.

Pero de la calle a las urnas hay un abismo. Hay dirigentes que no terminan de entender esto y se envalentonaron con el “marzo de las luchas”, desconociendo que el terreno electoral tiene sus reglas y dinámicas propias. Evidentemente las elecciones no se dan en el vacío, pero por más crisis económica y social que pueda existir, sino se diagrama una estrategia político electoral a la altura de las exigencias del siglo XXI, difícilmente se le pueda hacer frente a Cambiemos.

En los últimos años, el PRO ha demostrado una enorme creatividad y audacia en este terreno clave. Independientemente de que cuenta con el apoyo de Clarín y otros gurpos concentrados, el trabajo comunicacional comandado por Peña y Duran Barba es muy innovador, y si observamos la comunicación política en otros países, hasta podemos decir que es de vanguardia a nivel internacional.

Por supuesto sería imprudente seguir haciendo pronósticos categóricos a esta altura del partido, más aún en la vertiginosa y cambiante política argentina. Lo que sí podemos decir es que hay una extendida tendencia a subestimar las fuerzas del gobierno y -en particular- la capacidad de ejercer el poder y construir hegemonía de Mauricio Macri. Este fenómeno se puede observar sobre todo en ámbitos académicos, militantes y politizados. Lo mismo ocurrió durante su mandato al frente de la Ciudad de Buenos Aires. Exactamente lo mismo…

Las consecuencias de ese error de cálculo están a la vista.

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