Alguna vez tuve la suerte de entrevistar a Eduardo Galeano en Montevideo donde dijo que Maradona era “el más humano de los dioses”. En la misma conversa interpretó que el segundo gol a los ingleses en el mundial del 86´ era una metáfora de insurrección frente a la corona de los piratas. No se permitió celebrar el primer gol hecho con la mano, su fundamentalismo lírico y fair play en lo que a la pelota respecta se lo impedía.
Kusturica desarrolla esta metáfora en su película de manera excepcional. Recordaba que era un peliculón, pero no algunos detalles como la mala onda con la que Maradona recibe al serbio en las primeras escenas, el espectacular archivo que tiene, la cobertura en el tren a Mar del Plata donde se desarrollaba la Cumbre de las Américas y en el acto contra el ALCA con los testimonios de Hugo Chávez, Evo Morales, Fidel; el encuentro callejero con Manu Chao, una sólida banda sonora punk-rockera y tantos otros detalles que la hacen un 10.
Se trata de un documento histórico y político, un verdadero panfleto contra-hegemónico, en el marco del retrato biográfico de uno de los personajes más conocidos del mundo en las últimas décadas.
En cuanto al retrato que pinta de Maradona, me parece de un notable equilibrio, realismo y crudeza. Lejos está de ese periodismo que hace de pegarle a Maradona su negocio televisivo, pero muestra un perfil bastante complejo y contradictorio del eterno número 10, también lejos de las insoportables adulaciones con las que el resto del periodismo lo trata.
Las drogas, los altibajos, el estrellato, la locura, la magia, la agonía, la extrema pobreza y la conquista del planeta fútbol son mostradas desde la óptica de este maestro del cine y encantador personaje, que todavía porta las huellas de la caída de la Unión Soviética en su estilo único.
Las charlas con Diego comienzan tensas y llenas de formalidades y lugares comunes y así lo relata el propio Emir en la película. Con el correr del rodaje que duró más de 2 años, Kusturica logra sacar las mejores y más interesantes opiniones que el documentado haya expresado hasta donde conozco. Maradona y Kusturica se hacen amigos en ese tiempo y regalan al público conversaciones y situaciones inolvidables.
Gracias a Netflix podemos volver a ver este documento de gran valor político e histórico, lleno de rock, excesos, viajes y el deporte más hermoso del mundo.